Al subir el tren a la llanura, lo primero que se divisa de Monforte, es la atalaya que sirvió de fortaleza a los Condes de Lemos; señores que en otros tiempos fueran dueños de vidas y haciendas. Ese castillo, en perfecto estado de conservación, le dá más valor a la población y más mérito arquitectónico, que tiene ella en sí, porque desde sus almenas se abarca una inmensa extensión de territorio y porque el material de que se han hecho sus altísimas y fuertes paredes, ha tenido que venir allí desde lejanos parajes en los remotos tiempos de la fabricación en que eran deficientes los medios de transporte.
Carece de puertas y ventanas, así también del techo que la acción del tiempo ha ido consumiendo; por lo demás está en perfectísimo estado.
La ciudad, si exceptuamos la parte cercana a la estación, que ha progresado notablemente, permanece en el mismo estado de antes.
Hay un monótono silencio de sus calles y en la llanura en que está asentada, tan poca flora de nuestra exhuberante tierra, que me ha hecho pensar muchas veces si me hallaba en una de esas ciudades castellanas, que parecen oasis en medio del desierto. Tiene Monforte, sin embargo, un río, cuyas orillas son hermosas, el Laravo, al atravesar la llanura, parece más que un río, un lago por lo azul y hermoso de sus aguas que más abajo se precipitan en saltos enormes por el fondo de aquellos breñales que circundan a Canaval hasta que el callado Sil las recibe en su seno en medio de dos enormes montañas.
Quise ver donde durante mucho tiempo estuviera colgado el cuadro famoso de Van Der Goes “La Adoración de los Reyes Magos” y efectivamente lo conseguí.
Debía ser un cuadro de una gran dimensión porque en el mismo sitio han puesto otro que le faltan más de cuatro cuartas para cubrir el espacio que ocupaba aquel, y sin embargo no es pequeño.
¿Por qué lo han vendido? Les dije. Por medidas económicas, me respondieron. El dinero que dieron por él, ha de ser más beneficioso para la enseñanza de niños gallegos, que lo era el cuadro y además fabricaremos una nueva casa en otra población para dividirnos en la enseñanza.
En Monforte se es más gallego aún que en Ourense, porque todos lo hablan. La estación de ferrocarril es una de las mejores de España. La nieve lo tiene todo enterrado. Todo es bello, todo es blanco, todo es hermoso; sólo mis dedos no pueden sujetar la pluma, aunque los frote con cariño.
Por tierras de Galicia. Monforte. Galicia .La Habana 25 mayo 1918. A.
José Rodríguez Faílde.
recuperación histórica persoal, familiar e colectiva!
quarta-feira, dezembro 27, 2006
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